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Lugares inexplorados: Gerupuk

El zoom del Google Maps apunta a Indonesia. Un archipiélago compuesto por más de 17.000 islas. Para los turistas, el país donde se encuentra Bali, la isla hindú que reúne a amantes del surf y el yoga y que alberga el pueblo de Ubud, dónde acontece la novela de Elizabeth Gilbert: Comer, Rezar y Amar.

Hacia el este de Bali, a unas cinco horas en ferry público, se encuentra la isla de Lombok, de población musulmana. Dentro de Lombok, hacia el sureste se encuentra Kuta. Kuta significa ciudad en Indonés Bahasa, el idioma oficial del país. Kuta es, por sus bares y agencias de turismo, el lugar predilecto de los viajeros para alojarse. A su vez, Kuta está en pleno desarrollo y se espera que en unos años aloje, según lo que se comenta, la mezquita más grande de todo Asia. A este proyecto se le suman hoteles, restaurantes y calles pavimentadas.

A veinte minutos en moto de Kuta en dirección al este, se esconde el pueblo de Gerupuk. Para llegar, es necesario atravesar una calle de tierra, llena de pozos y piedras sueltas. Es factible encontrarse con bueyes en el camino, bocinear una gallina, varios perros y saludar a los locales que preguntan si vas a Gerupuk. Es que no todos llegan a Gerupuk y los que llegan…

Hay un solo camino que conduce a Gerupuk y que atraviesa todo el pueblo. Por donde se entra se sale y ese es según Hans, local de Gerupuk, uno de los motivos por los que no hay robos. En Gerupuk conviven todos. Los gatos y las ratas, las gallinas y los perros. Los peces y los pescadores, las redes para atrapar langostas. La precariedad local con el lujo para el visitante.

El respeto y los códigos se sienten apenas uno ingresa al pueblo. Las miradas te recuerdan que sos visitante y carne fresca para el local. Enseguida, alguien se te acerca, estés en auto o en moto, te persiguen y te preguntan hacia dónde vas, dónde te vas a quedar. Si por esas casualidades, no lo sabes ellos te lo resuelven. Se ocupan de escoltarte a a los famosos homestays, alojamientos económicos manejados por locales. Una vez resuelto el hospedaje, el local se convierte en tu padrino. Él se va a ocupar de conseguirte una moto, de buscarte un bote que te lleve a hacer surf. Él te va a conseguir un guía, un fotógrafo, lo que se te ocurra que necesites, pero no va a haber otro más que él. Es el código, la ley primera. El primero que gana el cliente es dueño del mismo. Por más de que el cliente quiera otra opción, nadie te acepta porque lo primero que te preguntan es si ya estas en contacto con algún local. Mentir no sirve de nada, en Gerupuk todos se conocen y muchos son los ojos que ven.


Gerupuk para el que viene de occidente es anacronismo puro Las mujeres cargan baldes en la cabeza, la ropa se lava en palanganas a orillas del mar, la gente anda descalza, el polvo te pinta la cara, el agua escasea y el agua potable no existe. La nafta se vende en botellas de plástico, las mismas que usamos para el agua mineral. Éstas están puestas en estantes de madera sobre la calle, donde uno frena, le paga al vendedor y espera a que con un embudo le carguen el tanque de la moto.


La voz suena en el altoparlante a las 4:30 am, a media mañana, al mediodía a media tarde, a la tarde y a la noche, unas cinco o seis veces al día. Esa voz que expresa el rezo de la gente, esa que me recuerda que estoy en un pueblo musulmán. Su devoción y prolijidad para cumplir con los horarios me asombra. Es un pueblo practicante.

Gerupuk me recuerda al Macondo de García Márquez.

Nosotros

Somos Tamar y Lucas, una pareja argentina que vivió los últimos 3 años en Sídney, Australia. Durante ese tiempo, además de trabajar, recorrer y disfrutar de un gran país, empezamos a idear un proyecto: dar la vuelta al mundo.
Hoy finalmente, lo estamos concretando.

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