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Mentawais

Durante los tres años que viví en Australia escuché, incontables veces, hablar de las Mentawais Posiblemente, por los aires surfistas que se respiran en Sídney. Amigos que viajaban y volvían entusiasmados contando los relatos de las islas paradisíacas en el medio de la nada, de olas imponentes y tubulares, de tablas rotas y fondos de coral amenazantes. Se trataba de una travesía épica, esas que se agigantan con la repetición del relato y la historia de un amigo se vuelve leyenda.

El 26 de julio iniciamos la aventura de quince días por Mentawais, o las Mentawais. Éstas son islas que pertenecen a Indonesia y geográficamente se ubican al oeste de Sumatra sobre el océano Índico. Destino desconocido para la mayoría, mundialmente reconocido para los amantes del surf.

La travesía

Para llegar hasta las islas, es necesario ir a Padang, ciudad de escasa belleza y atracción turística, en Sumatra occidental. Desde Padang, nos tomamos el ferry público que tarda doce horas en llegar a Siberut, isla principal. Ahora, este ferry es un viaje en sí mismo. Sacamos “cama” asumiendo que nos iban a dar una cabina para cuatro personas, pero termino siendo un espacio común con cuarenta camas-cuchetas. Un cuarto relativamente grande donde viajan en su mayoría locales y algún que otro turista. Un cuarto, donde el olor a arroz con pescado frito y curry es normal, donde las colillas del cigarro y las cáscara de maní bañan el piso, donde la suciedad se respira y las miradas de los locales abruman. Doce horas que se suavizan con pastillas para el mareo y la acumulación de cansancio, pero que se acentúan con el altoparlante que nos recuerda que estamos en el país con la mayor población musulmán mundial y que son las 4:30 am, horario del primer rezo del día. Entre cajas de bananas, galletitas, arroz y otra mercadería desembarcamos en Siberut.

En Siberut, nos esperaba Gontur, un isleño de veintitrés años de pelo negro largo hasta los hombros, tez bronceada y ojos levemente achinados. El bote de Gontur, es de bambú y un poco más grande que una canoa, tiene motor y una parte semi-cubierta. Apenas te subís todo el bote se balancea hacia un lado y cada movimiento genera la sensación de vuelco. Navegamos dos horas, primero por el río entre los manglares y después por el mar, hasta llegar a nuestro destino final, la isla de Masokut.

La estadía

Nos quedamos en lo de Bidet, un local que desde febrero abrió unas cabañas de madera y paja y que además del alojamiento ofrece desayuno, almuerzo y cena. Aclaro esto, porque en la isla no existen bares, ni restaurantes, tampoco tiendas o asfalto. Es bien remoto, simplemente hay alojamientos que varían de precio según el confort que uno elija, ducha caliente o agua fría, baño compartido o privado, comida internacional o vivir y transpirar Nasi Goreng y Mie Goreng, comidas típicas de Indonesia a base de arroz y verdura.

Chau al exceso de comunicación e información. La falta de Internet y la escasez de actividades hacen que el día sea muy simple. Una rutina que intercala el surf con las tres comidas diarias y que se interrumpe con momentos de lectura, escritura u algún otro pasatiempo. Caminar por la jungla silbando para espantar víboras, andar sobre rocas o tomarse un bote son las alternativas más comunes para llegar a las olas. Todo es una aventura que se vuelve mística con las conversaciones del día, el local que naufragó durante doce días, el chico que partió la tabla y volvió con la cara cortada por el coral, las especulaciones sobre el oleaje de cinco metros que está por entrar, la Anaconda que mataron y tenía una gallina adentro….

Entre chamanes y la cruz

En Mentawais la mayoría de la población es católica, a diferencia del resto del país, y sorprende ver el orgullo con el que hablan del Padre Pío, un misionero italiano que llegó a las islas hace más de cincuenta años.

“El Padre Pío, es palabra mayor acá” cuenta Massimo, un tano que se enamoró de la isla y eligió quedarse y sigue “el Padre Pío no solo ayudó a difundir el catolicismo, sino que subsidió a los niños para que puedan estudiar en Padang, para que sean educados y tengan oportunidad de desarrollarse. El Padre tuvo conflictos con la Iglesia porque se alineó con la creencia de los hombres flores.”

Mentawais también es conocida por sus tribus indígenas. Cazadores-recolectores semi-nómades con fuertes creencias espirituales. Guiados por sus chamanes creen en la presencia de espíritus y la importancia de vivir en armonía con los dos mundos: el visible y el invisible. También admiran y veneran, profundamente, la naturaleza. Creen que todo lo que toman de ella debe ser devuelto para mantener el equilibrio del mundo. Esta relación se visualiza a través de los hombres flores que visten con collares, valga la redundancia, de flores.

Con un guía local es posible visitar a los chamanes, que suelen estar con sus tribus en islas alejadas de la isla principal, Siberut. Desde los doce años, es común que los miembros lleven tatuajes en todo el cuerpo, como forma de preservar sus almas y reconocerse en próximas vidas. También suelen, por gusto estético y para complacer a los espíritus, afilarle los dientes a las mujeres.

“ALOITA…bienvenidos a Mentawai. ANAILEITA… lo mismo que cómo estás”

Nosotros

Somos Tamar y Lucas, una pareja argentina que vivió los últimos 3 años en Sídney, Australia. Durante ese tiempo, además de trabajar, recorrer y disfrutar de un gran país, empezamos a idear un proyecto: dar la vuelta al mundo.
Hoy finalmente, lo estamos concretando.

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