Luang Prabang entre baguettes y ceremonias
Para muchos viajeros es la visita obligada de un viaje Laos. Luang Prabang, ubicada al norte del país, es una ciudad con aires franceses a orillas del río Mekong. Si bien su oferta turística es amplia, el principal atractivo son los múltiples y variados templos budistas, así como las prácticas, talleres y cursos relacionados a esta disciplina espiritual.
Durante el día es típico ver a los monjes, con sus túnicas anaranjadas, recorrer las calles. También los turistas suelen visitar los templos de interés personal, entrar a los locales y apreciar las artesanías y acercarse a las comunidades vecinas para aprender sobre los tejidos en telares o la producción artesanal de bebidas alcohólicas. Alrededor de las 6 de la tarde, a medida que el calor se aliviana, deambular por el mercado de artesanías y comida es un clásico. Los característicos pantalones del sudeste asiático con estampado de “elefantitos” se venden por doquier, así como morrales, vestidos y cuadros. Es importante destacar que es el único mercado de la región donde los vendedores no atosigan al turista para que compre.
La oferta gastronómica es amplia, desde restaurantes boutique hasta el vendedor ambulante que ofrece panqueques y budines caseros, pero si hay una comida que diferencia a este lugar son sus extraordinarios sándwiches con pan baguette, herencia de su época como colonia francesa. De palta, con o sin tomate, pollo, lechuga, con limón sin limón, picante o no es la parada obligada para cualquier turista, pero en especial para aquellos que vienen hace meses recorriendo el sudeste asiático y necesitan un descanso de las comidas locales.
Resulta cuasi obligatorio madrugar un día para presenciar la caminata diaria y matutina de los monjes budistas en las que recogen las donaciones del pueblo, principalmente, comida. Si bien, es un acto normal dentro del budismo, personalmente, me dio la impresión de que en Luang Prabang, este rito está distorsionado para fines turísticos, ya que predomina más la venta de comida para que el turista doné que la intención genuina de donar. Igualmente, a pesar de esto, lo más probable es que ya sea por interés, curiosidad o el imperativo a tener que hacerlo, uno termine viéndolo.
