Un lugar llamado HoiAn
Hay un lugar en Vietnam que no tiene nada que ver con el resto del país. Menos que menos con el caos de las ciudades donde las motos amenazan al transeúnte. Hay un oasis en un mundo de bocinazos y se llama HoiAn.
Es una ciudad que hipnotiza de la que uno se enamora a primera vista. Por más cliché que suene, HoiAn es mágica y lo tiene todo. Caminatas bordeando el río, puentes que conectan la ciudad, callejones empedrados con locales boutique. Hay detalles que hacen al cuadro, floreros en la entrada de locales, aroma de café en el aire y adornos estilosos en las esquinas. La noche te invita a ser parte de un cuento; hay miles de lámparas de colores colgando sobre hilos que cruzan las calles, los locales encienden velas flotantes que navegan iluminando el río, hay cantantes musicalizando los bares y artistas callejeros. El ambiente es sanador, los extranjeros se pasean radiantes a pie o en bicicleta, disfrutando los aires veraniegos en un pueblo impensado y los vietnamitas, amistoso como son, sonríen mientras te ofrecen sus sopas típicas: Ca Lau y Quang Noodle, un panqueque de banana o una cerveza. Hay puestos ambulantes nocturnos para comer a orillas del río, así como mercados que ofrecen los mejores platos durante el día.
Son pocos los que se van de HoiAn con las manos vacías, es que este lugar es mundialmente reconocido por sus sastrerías. Entre telas y costuras viven sus habitantes, cashmere, algodón, slim fit o recto. La oferta es sorprendente, un local al lado del otro y ya cuando se entra a uno, las posibilidades de salir con un vestido o traje a medida son altísimas. Los costos de las prendas son muy bajas si se compara con Occidente y en caso de tener poco espacio en la valija, desde las mismas boutiques se encargan de hacer el envío puerta a puerta.
Este pueblo de agujas, sastres y mercados es, sin dudas, la joya de Vietnam.