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Intensamente Nias

¿Tus amigos no entienden qué haces en Nias, no? me pregunta Jimbo, un barbudo pelirrojo y pelilargo con buzarda, en el agua mientras estamos los dos quietos esperando la ola con la tabla de surf.

Me quedó en silencio. Primero, pienso que posiblemente, la mayoría de mis amigos no sepa tanto de Nias, ya que es una isla en la otra parte del mundo, cerca del Norte de Sumatra, del tamaño de Bali, pero con poco atractivo turístico si uno no practica surf.

Dejo pasar unos minutos y vuelvo a pensar en el significado de su pregunta.

Transcurren 7 días en el pueblo de Sorake, sur de Nias.

Diría que tiene elementos paradisíacos, pero paraíso no es. Hay palmeras, pero no hay arena, es más bien coral que antecede al mar. Hay una ola alucinante, se dice que la mejor derecha del mundo, motivo por el cual llegan surfistas de todas partes convirtiendo al sitio turístico. Hay Losmens: Oichoda Losmen, Nias Losmen, Michelle Losmen, es decir, hostería. Todos estos alojamientos tienen vista al mar y están pintados en diferentes colores: verde agua, celeste, rosa y naranja, me recuerda a La Boca. La acomodación oscila entre lo precario y lo necesario. Una cama, un baño con ducha fría y balde para el inodoro, ya que posiblemente el tanque no sea efectivo, electricidad casi 24 horas y un ventilador o, en el mejor de los casos, aire acondicionado.

El aire es húmedo, el ambiente es intenso. Ser visitante no es fácil. Atosigamiento es la palabra. Cada paso viene acompañado de un pedido: dinero, tu tabla de surf, tu traje de baño, tu gorra, que compres langosta, que compres banana. Caminan atrás tuyo, un NO, GRACIAS, pasa como agua. Un NO, seco, los distancia medio metro. La falta de respuesta y la mirada baja los aleja. Es triste, pero la indiferencia mata.

En Nias se respira pobreza, la isla sufrió primero, el impacto del tsunami de diciembre del 2004, que arrasó con la mayoría de las casas frente al mar y unos meses más tarde, un terremoto. Las pérdidas se reflejan en las tumbas que sobresalen en la entrada de cada casa y a lo largo del camino que te lleva del aeropuerto a Sorake. Ruinas, es lo que queda de un lujoso resort, quedó tan inestable la construcción post terremoto, que las opciones eran demolerlo y reconstruir o abandonarlo.

Las miradas son inquisitivas, el trato entre el turista y el local es tirante. El primero sabe que lo van a estafar, pero va a intentar minimizar el monto, el segundo sabe que es su oportunidad para hacer una diferencia. Ambos lados son entendibles, ambas realidades son opuestas.

Lo persigo a Jimbo en el agua, en busca de una respuesta, me mira y me dice: “para entender Nias, hay que vivirla.”

Nosotros

Somos Tamar y Lucas, una pareja argentina que vivió los últimos 3 años en Sídney, Australia. Durante ese tiempo, además de trabajar, recorrer y disfrutar de un gran país, empezamos a idear un proyecto: dar la vuelta al mundo.
Hoy finalmente, lo estamos concretando.

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